
De vez en cuando mi inquietud por allí jugaba quería descifrar el secreto que con mucho celo mi madre guardaba y que de sus hijos varones siempre ella ocultaba.
El negrito inquieto por allí rondaba pues era un misterio lo que detrás del rancho se gestaba, era el lenguaje prohibido entre hombres y damas, ese que solo descubren más tarde entre gritos y lágrimas , cuando ciertas partes resultan pobladas por una maleza extraña a la cual después todos se adaptan con discreción educada.
Son las distancias que nos separan en una época en que jugar con carros y muñecas es solo una bobada,pues ellas dejan sus diseños de flores por unas nuevas prendas rosadas y agregan a su armario una nueva prenda entre encajes bordada, para sostener las mamas que más tarde sus hijos amamantados hacen que cualquier prenda sea holgada y que en búsqueda de la belleza otras tantas terminan siendo operadas.
Nosotros los hombres nunca tuvimos ese problema pues un lugar secreto nunca fue nuestra morada, cuando de vestirnos o desvestirnos esto se trataba, no teníamos lugar secreto y muchos menos una pena avergonzada, pues el hombre es hombre en esta sociedad machista y por ellos dizque dominada, cuando al fin y al cabo sabemos que por mujeres ha sido forjada y trabajada con costumbres extrañas, como esas que yo nunca entendí pero que al fín respetaba por ser una sociedad dizque de principios de moral educada.
Donde la fidelidad es un principio, mientras a la luz pública no salen las aventuras y las andadas de hombres promiscuos y mujeres deseadas; yo prefiero hablar con honestidad sin morales creadas, pues es más sincero quien a las cosas llama por su nombre sin frases de cajón inventadas, dejemos de ser tan católicos, es esto lo que tiene a nuestra sociedad fregada, esconder la mano cuando hemos tirado la pedrada, por eso no comprendo los curas y las viejitas que rezan de rodillas o paradas, dándose golpes de pecho por su naturaleza creada, al sentir el deseo que corre en sus mentes perversas y malhumoradas, donde condenan al hombre y a la mujer que de su vida sexual han hecho un templo y del goce su morada, cuando en el fondo era eso lo que ellas deseaban, pero que por culturas heredadas siguen siendo las pobres unas amargadas y frustradas.

Así como aquella tradición de la abuela heredada siempre yo supe el secreto que en aquellas cuerdas colgaban, de varios colores, encajes y tamaños que una fila formaban, yo en mis adentros decía que misterio con eso guardaban, solo lo supe a través de los años cuando descubrí los placeres que a muchos esto generaba y a sus deseos desgarraba.
Nunca se hablaba de aquello de forma natural y adecuada fueron mis padres que en una forma liberal y extraña sin muchos estudios ni rezos en una mañana, hablaban con bromas del sexo, los tamaños y posturas extrañas.
Agradezco a mis padres por romper la tradición heredada de una postura goda y bien arraigada, que solo es el reflejo de cualquier familia Colombiana.
Hoy invito al criticismo acoger con otra mirada, dejémonos de vainas; dejemos de ser tan católicos, ya dejémonos de tanta pendejada...
¡Cesó la horrible noche!
La libertad sublime
derrama las auroras
de su invencible luz...
(Wíner Ramírez Díaz)
Fotografía 1 ( El secreto heredado)
Fotografía 2 ( De las flores al azul pastel)
Fotografía 3 ( La lencería del placer)
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